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La Baja Visión describe una anomalía en la visión que restringe la capacidad de realizar tareas visuales en el día a día. Este impedimento no puede corregirse con lentes normales, lentes de contacto o intervención médica.
Los tipos de anomalía visual más habituales son la pérdida de agudeza visual y la pérdida de campo visual. Otros ejemplos son la pérdida de sensibilidad al contraste, anomalías en la visión del color y visión nocturna, así como un aumento de la sensibilidad a la luz.
Las causas pueden ser diversas, pero en todos los casos esta situación dificulta la realización de actividades de la vida cotidiana y genera un gran malestar en quienes la sufren por su falta de independencia y por la imposibilidad de una movilidad autónoma.